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 No sé cuál fue el inicio verdadero de toda esta hecatombe, de todo este desastre, de toda esta tormenta en la que me encuentro inmerso. Mi carácter controlador, autoritario, dice ella. Mi falta de interés en salir a divertirme, a socializar, a ser como la gente normal. Mis constantes pretextos para no salir y no dejarla salir. Mis llamadas para saber dónde estaba, qué hacía y con quién estaba. Mi interés desmedido por saber a qué hora regresaba a casa, y cuando llegaba mis preguntas sobre qué había hecho y con quién y dónde había estado. Nunca le puse una mano sino para darle una caricia. Nunca levante la voz sino para llamarla cuando estaba lejos. Nunca llegué ebrio a casa. Nunca me perdí con amigos todo el fin de semana. Nunca hice nada inmoral, ni desleal. Nunca puse a ninguna mujer por encima de ella, porque ella era, es y será, a pesar de todo, la persona más importante en mi vida. Mi complemento. Mi otra mitad. Siempre pensé que ésta sería una historia de amor eterno, a pesar de